domingo, 21 de agosto de 2011

Buenos Aires Jaque Press, en inglés y español

"Puerto Amberes", atrapante espectáculo en la sala Apacheta de Buenos Aires

por Alfred Hopkins
Al entrar en la sala del teatro Apacheta para ver el nuevo espectáculo de Julio Molina, todos los actores  yacen dispersados por el piso, como muertos o dormidos. ¿Ha terminado la obra antes de comenzar? Hay en el aire una sensación enrarecida,  de anticipación, y una pesada melancolía se adueña del espacio escénico. No por nada el subtítulo de la obra provoca: “Mujer que vuela por la ventana con cortina que flamea a modo de comentario.” Desde ese momento, desde la muerte de su amante Laura, Juan no ha dejado de pensar nunca en su propia muerte. Cuando el espectáculo comienza está encerrado en un camarote de un barco amarrado en el Puerto Amberes, borracho, rodeado de botellas.
Un par de marineros intentan sin éxito ahuyentar la melancolía que parece haberse apoderado de Juan, mediante acciones bufonescas, no siempre acertadas; el esposo de Laura tendrá la tarea de enturbiar el espacio claustrofóbico, recibiendo ahí la noticia de la muerte de su esposa.
No es fácil teatralizar sobre la melancolía, pero el texto lleno de poesía de Molina hace que el espectador se identifique con Juan: desde su estado de ebriedad lucha con el vacío, la herencia que ha recibido por la muerte de su amante. Es un texto de dolor, de pérdida, el lamento  de aquella persona que no puede comprender ni avanzar sobre un hecho nefasto, aparentemente sin explicación lógica. Como todo sucede paradójicamente en un barco amarrado en un puerto lejano, la metáfora es fuerte.
El espectáculo plantea algunas preguntas de difícil resolución: ¿Qué hacer con las memorias dolorosas? ¿Dónde ubicarlas en nuestro quehacer actual? ¿Olvidar? ¿Cómo? ¿Cómo superar una experiencia negativa de tal forma que la vida siga teniendo sentido?
El espacio escénico se divide pragmáticamente en el espacio central, empleado por las acciones bufonescas de los marineros; un espacio en el fondo, una barra de un bar ocupada por el capitán del barco; y el camarote de Juan. El final es fuerte, un toque dialéctico.
El poderoso y emotivo relato de Juan sobre la muerte de Laura, en la presencia del esposo de Laura, termina siendo una especie de clausura, un testimonio cargado de significados.

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